Francisca Rodríguez Gutiérrez tenía tres años cuando empezó la guerra en que su abuelo, Juan Rodríguez Reviriego, fue fusilado por ir a reclamar las cabras que se le habían escapado a una finca controlada por los falangistas. Su padre, Manuel Rodríguez Herrera, huyó al monte temiendo la misma suerte. La choza en que vivía con su mujer y dos hijas, en un paraje entre Jimena y La Sauceda, fue incendiada por las tropas franquistas.
Él paso tres años escondido en una cueva y cuando se atrevió a regresar junto a su familia, fue condenado a pena de prisión. Estuvo seis meses en la cárcel. Su hija recuerda perfectamente el día en que volvió a ver a su padre. También, las penalidades que sufrieron después de la guerra y los años de silencio y temor que vivieron a lo largo de los años posteriores. Hoy, Francisca y su hermano Juan Manuel buscan los restos de su abuelo.
Piensan que puede estar en las fosas del Marrufo o en algún lugar del valle de La Sauceda. Darle un entierro digno es su mayor anhelo.
Ago 13 2012